Yo siempre me he imaginado que los inventan señores súper inteligentes, mozos de Albacete o de Cuenca, que por el día son ganaderos ovinos y por la noche filósofos, que se reúnen en un ático o un sótano para tener conversaciones trascendentales acerca de la vida y la muerte y para inventarse refranes.
— Con buen pijo, bien se jode.
— ¡YEHA!